En este contexto de nuevos retos ambientales, el proyecto de creación del Centro Piloto de Monitoreo de la Biodiversidad de Montañas Mediterráneas inició su camino en junio de 2016: en ese momento se realizó un inventario de la información de seguimientos de la biodiversidad en Cataluña, con el fin de elaborar los indicadores clave de cambio de la biodiversidad en ecosistemas mediterráneos.
«Los objetivos concretos del proyecto —explica Joan Real— se basan en la selección de una serie de indicadores clave y en la elaboración de protocolos estandarizados y aplicados de seguimiento de la biodiversidad, en cuanto a especies, hábitats, ecosistemas y procesos ecológicos, de acuerdo con los protocolos internacionales de actuación en este campo, y a la vez teniendo en cuenta los seguimientos que ya realizan diversas instituciones en Cataluña y colaborando con ellos».
En una primera fase, algunas áreas, fincas y parcelas del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac serán el escenario para aplicar los protocolos estandarizados y las metodologías de seguimiento de los indicadores seleccionados. Los protocolos de trabajo, centrados inicialmente en el citado parque, también se podrán extender a los ecosistemas mediterráneos homólogos de otras áreas geográficas, y muy especialmente, a espacios protegidos como los que integran la Red Natura 2000.
En palabras del director del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, Àngel Miño, «tener información continua sobre el estado de la naturaleza nos ayudará a interpretar el pasado y prever el futuro». Según Miño, este conocimiento se presenta como fundamental para anticipar posibles cambios catastróficos y buscarles solución: «El ejemplo de los parques naturales como observatorios del medio se convierte en ideal para captar los cambios globales, ya que son ecosistemas naturales con influencia de la actividad humana de forma planificada y controlada, lo que les da mayor estabilidad de la que tiene el resto del territorio, por lo que es impensable un cambio drástico de sus usos».
El conjunto de los protocolos y de los seguimientos científicos que impulsará el nuevo centro piloto solo puede desplegarse desde un escenario de colaboración institucional que, con una perspectiva global, incluya las iniciativas actuales y las futuras, tanto en Cataluña como en otras regiones y ecosistemas. «La información resultante, por una parte, debe ser una herramienta clave en el marco de los cambios ambientales que sufren nuestros ecosistemas y, por otra, un nuevo elemento estratégico para la gestión sostenible de los recursos y la conservación», subraya Joan Real. La colaboración internacional en el marco de los seguimientos a largo plazo
Los seguimientos de la biodiversidad a largo plazo para conocer el cambio global en los ecosistemas es una herramienta de larga tradición en otros países, basada en la creación de estaciones de seguimiento donde gestores e investigadores colaboran estrechamente. En este marco global, los investigadores del Equipo de Biología de la Conservación de la UB han establecido colaboraciones que han dotado de fundamentos sólidos a la iniciativa impulsada en Cataluña. Los tres centros principales en los el equipo se ha inspirado han sido el Experimento Mulligans Flat-Goorooyarroo Woodland de Australia, impulsado por el Gobierno australiano y la Universidad Nacional Australiana; el Estudio del Ecosistema de Hubbard Brook, de New Hampshire (Estados Unidos), y el Programa Comunitario de Monitoreo Ecológico (CEMP) de Canadá, entre otros.
Una de las colaboraciones más destacadas se ha establecido con el equipo de Charles Krebs (Universidad de Columbia Británica, Canadá), prestigioso ecólogo y referente en la disciplina de la ecología de comunidades que desde 1973 ha impulsado el CEMP, uno de los monitoreos de la biodiversidad más antiguos y completos a nivel mundial, llevado a cabo en los bosques boreales de Kluane (Yukón, Canadá). La participación de los investigadores Joan Real y Antonio Hernández Matías (UB-IRBio) en este proyecto internacional tiene un doble objetivo: por una parte, adaptar indicadores y protocolos de seguimiento del proyecto CEMP para el Centro Piloto de Monitoreo de la Biodiversidad de Montañas Mediterráneas desarrollado en Cataluña, y por otra, iniciar un proyecto en Yukón para estudiar los cambios observados en las relaciones interespecíficas entre consumidores primarios y predadores (lince canadiense, por ejemplo) y evaluar si su origen es circunstancial o está relacionado con el cambio global.