Los espacios naturales protegidos ocupan casi una tercera parte del territorio de España, pero gran parte de ellos están aislados entre sí por la proliferación de infraestructuras como carreteras o por factores como la deforestación o la agricultura intensiva. Ante esta situación, WWF ha presentado un mapa que identifica doce grandes corredores ecológicos que emplean los animales para moverse por la península. Se trata de una visión pionera que no se había desarrollado a escala ibérica y que tiene en cuenta también los espacios fronterizos con Francia y Portugal.
El documento “Autopistas salvajes. Propuesta de WWF España para una Red Estratégica de Corredores Ecológicos entre espacios Red Natura 2000”, elaborado junto a expertos de la Escuela de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, consta de un informe y un mapa de los corredores naturales que unen los espacios de la Red Natura 2000 en España y por los que un mamífero forestal –un ciervo, un lince o una ardilla– podría desplazarse por toda nuestra geografía.
La declaración de la Red Natura 2000 –la red europea de espacios protegidos, que ocupa un 27% del territorio natural– supuso un paso de gigante en la protección de la naturaleza en España y en Europa, pero queda una gran tarea pendiente: conectar esos espacios para permitir el movimiento y el intercambio genético entre poblaciones de fauna y flora, algo vital para conservar las especies más amenazadas de nuestro país, como el lince ibérico o el oso pardo, que sobreviven en poblaciones aisladas debido a factores como el desarrollo desenfrenado de infraestructuras de transporte de las últimas décadas.
La expansión de la agricultura intensiva también ha creado desiertos de fauna, en los que los animales no tienen refugios para criar o resguardarse. Esta situación, además, se irá complicando debido al cambio climático, cuando las especies más vulnerables tendrán que desplazarse en busca de condiciones más favorables para su supervivencia.
El informe de WWF presentado hoy identifica también los “cuellos de botella” que existen en algunos corredores y que urge restaurar. Son 17 zonas críticas, repartidas por toda la península, cuyo papel para la conectividad ecológica es vital pero que se encuentran muy degradadas, como sucede en estrechas franjas de bosques de ribera rodeados de campos de agricultura intensiva.